Hoy queremos reflexionar sobre la palabra PERDÓN. Es una palabra que a veces irrita, sobre todo cuando no tenemos ni la más mínima intención de perdonar a aquellos que lo esperan de nosotros. Otras veces podemos perdonar tranquilamente, siendo condescendientes con los demás, viendo que tenemos una capacidad que el prójimo no tiene, y creyendo que somos mejores, más “zen” o más espirituales. Eso nos facilita el perdonar al otro pero, eso sí, no olvidamos lo que se perdona.
Nuestra propuesta defiende que estos tipos de perdón descritos en el párrafo anterior aún están muy próximos a una mente racional y egoísta. Si, como en otras ocasiones, defendemos que para nuestro inconsciente el “otro no existe” ¿cómo puedo perdonar algo o a alguien? Sólo hay una manera, y consiste en perdonarme a mí mism@ al saber que todo lo que sucede ante mí tiene que ver conmigo de una forma u otra.
De esta manera dejaré de analizar lo que debo perdonar y me perdonaré por no entender bien de lo que se trata y por haber estado proyectándolo en el otro para poder verlo. Es decir, llegaré a la conclusión de que no hay nada que perdonar fuera de mí sino que se trata de percibir y entender lo que veo de otra manera para poder así trascender esa información.
¿Me has entendido?… Si la respuesta es sí, ya has comenzado a aplicar la frase de esta semana; si la respuesta es no, intenta escribirla al menos unas 33 veces teniendo presente lo que has leído, sintiendo y abrazando lo que vaya saliendo mientras lo haces. Puedes también escribirnos inbox o en comentarios y estaremos encantados de responder a tus preguntas.